A veces me pierdo a mí misma, no sé qué sucede, no sé qué locura me absorbe que me lleva a desaparecer, me dejo llevar por la nada, por el vivir sin saber, sin ser consciente de que estoy viviendo. Olvido todo lo que soy, todo lo que me interesa, al fin y al cabo eso es lo que soy: lo que me hace pensar, lo que me hace sentir. Es algo que no acepto, que no dejo crecer porque creo que esta vida, a la que me hubiera gustado no venir, una vez que estás aquí, hay que vivirla, quiero sentirla intensamente. Sí, es un contrasentido, una contradicción, no haber querido nacer pero querer vivir intensamente, sin perderme un segundo, aunque sea un segundo viendo la tele o paseando al perro, pero enterarme, ser consciente en todo momento de que existo y, la verdad, llevo unos meses perdida de todo eso.
Me propongo “proponerme”, “planearme”, no dejarme llevar, pensar antes de hacer y decidir YO, no dejar que me lleven de acá para allá. Meterme en historias en las que ni había pensado y no entrar por cualquier puerta con tal de salir del pasillo; YO tengo que ver las puertas y estudiar lo que hay detrás y decidir si es lo que quiero o no, pero nunca volver a entrar a lo loco.